Pardulas de la Abuela

Rallar en escamas con el rallador adecuado el queso fresco que tenga al menos 2 días de curación; ponerlo en una cazuela de barro o de acero inoxidable, llevarlo a fuego bajo y, removiendo continuamente, añadir en el siguiente orden: 2 cucharadas colmadas de sémola, la ralladura de los 2 limones, el gramo de azafrán en polvo y 10 cucharadas de azúcar granulada.

Mezclar con la espátula de madera hasta que la masa, al compactarse, se despegue en un solo bloque de las paredes del recipiente.

Retirarla entonces del fuego y dejarla entibiar; luego añadir de uno en uno 5 yemas, reservando las claras en un bol, y esperar a que la primera yema sea absorbida completamente antes de incorporar la siguiente.

Con el relleno preparado de este modo, hay que preparar la masa para los envoltorios.

Dispuesta en forma de corona sobre la mesa la harina, en el centro colocar las 5 claras sobrantes, ligeramente desmenuzadas con un tenedor, 2 cucharadas de manteca de cerdo y una pizca de sal.

Amasar todo bien y durante largo rato; luego extender la masa obtenida en láminas finas y cortar discos de unos ocho cm de diámetro.

Mi abuela solía usar como molde un platillo de café y recortaba la circunferencia con un cortapastas de borde liso y fino.

Obtenidos todos los discos, se coloca en el centro de cada uno una porción grande del relleno preparado.